Es indudable que las campañas presidenciables en nuestro país son una
farsa. Desde el momento en que los partidos aceptan jugar de manera mañosa,
usando las precandidaturas de unidad como pretexto para fortalecer su figura a
nivel nacional, dan muestra de que prevalece la corrupción. No hubo un partido
que se negara al juego, pues lo único que les interesa es su estatus electoral.
Incluso MORENA; cuyo estandarte es la honestidad, se integró al juego sin
reticencia alguna: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
El INE es una institución corrupta e inservible, sin criterio propio. Al
ver que los partidos carecían de precandidatos tenía la obligación incluso
moral de suspender las precampañas, no había motivo para tal desgaste
económico, nuestro país no lo resiste. El INE solapó la corrupción de los
partidos políticos al aceptar las precampañas innecesarias. Lo correcto hubiese
sido suspenderlas y cambiar las reglas para preparar las condiciones más aptas
para una elección transparente, democrática y ciudadana. Basta de farsas y de
engaños, estamos en plena campaña presidencia y los ciudadanos lo aceptaríamos
sin reticencia, lo que duele es que quieran engañarnos.